Títeres con alma: la historia de amor, arte y caminos de María Angélica y Gino

Hay historias que se cosen con hilo invisible. María Angélica Lara, titiritera y artesana de Cipolletti, empezó hace cuatro décadas creando títeres de peluche. Un conejito fue el primero. Le siguió una oveja. Luego, su perrita Manchita, que tras partir, se transformó en personaje escénico, viva en otro plano: el del arte y la ternura.

Junto a su compañero de vida, Regino “Gino” Romero, recorrieron toda la Patagonia —y gran parte del país— llevando funciones a jardines, escuelas, geriátricos, cárceles y plazas. Incluso cruzaron la cordillera y actuaron en Chile, con un permiso especial del cónsul. La escena se repitió una y otra vez: funciones al aire libre, niños rodeándolos, el tránsito detenido por la multitud, y siempre los aplausos cálidos que nacen del corazón.

Cada títere que venden es una pieza de esa historia. “Con la venta de un títere cargamos combustible para seguir el viaje”, cuenta Angélica. Porque su arte es también su forma de vivir: itinerante, generosa y profundamente humana.

Hace poco, la Legislatura de su provincia les rindió un homenaje. “Ha sido muy impactante para nosotros. Sentir que todo este camino fue visto, valorado, nos emocionó profundamente”, confiesa María Angélica, todavía conmovida. Ese reconocimiento no es solo para ellos, sino para todo un modo de hacer arte con sentido comunitario, con compromiso social y con una ternura que no se enseña, se transmite.

Gino, chapista de oficio, terminó creando marionetas que hoy son parte fundamental del espectáculo: el Gaucho Augusto, Panchita, Pinochito. “Le dije que el día que viera una marioneta iba a crear las suyas, y así fue. Tiene una capacidad enorme”, dice ella, con admiración.

Hoy siguen recorriendo el sur, participando de ferias como artistas populares. Este julio estarán en la expoventa de Pico Truncado (8, 9 y 10) y en Comodoro Rivadavia (10, 11 y 12), con funciones y venta de títeres. Y con la misma llama encendida: la de seguir regalando historias que curan, hacen reír, y nos devuelven la esperanza.