25 de abril 2025, 15:28hs
Carmen Palomino
Desde hace más de dos décadas, Dora Gerez camina con paso firme por los pasillos de la vecinal del barrio Moure, en Comodoro Rivadavia. Hoy, convertida en una referente del trabajo comunitario, recuerda cómo comenzó esta historia hace 25 años, cuando fue convocada para desempeñarse como secretaria por los entonces presidentes Marcelino Vargas y Miguel Ángel Vargas.
“Me involucré de lleno cuando don Marcelino me puso en la secretaría, y ahí supe que tenía muchas herramientas para trabajar”, cuenta Dora, quien desde 2018 preside la vecinal. Su motor, dice, es el trabajo social: “Ver a mi barrio crecer y poder ayudar al vecino, dándole una mejor calidad de vida”.
Durante todos estos años, no solo se mantuvo activa en lo cotidiano, sino que se capacitó constantemente para fortalecer su rol como dirigente barrial. Participó en un Diplomado en Vecinalismo a través de la universidad y asistió a múltiples talleres y cursos ofrecidos por el Municipio y la Agencia Comodoro Conocimiento. “Cada propuesta para mejorar la gestión la tomo como una oportunidad para aprender un poco más”, destaca.
Obras y gestión con impacto real
Entre los logros más importantes de su gestión, Dora menciona con orgullo la concreción de la red de gas en zonas que aún no contaban con este servicio, la ejecución de la obra hídrica y la recuperación del edificio vecinal, que hoy funciona como un verdadero punto de encuentro para los vecinos del Moure.
“El edificio está abierto de lunes a lunes, de 8:30 a 16:30, y también con guardias permanentes en caso de lluvias o emergencias. Es nuestro lugar de encuentro y trabajo comunitario. Además nuestro espacio funciona hasta las 23 hs aproximadamente con boxeo, caporales, cueca chilena y folclore”, resalta.
Memoria, legado y futuro
Como en todo recorrido comunitario, no faltaron los momentos duros. Uno de los más significativos fue la pérdida de dos personas clave en la historia de la vecinal: don Marcelino Vargas y la querida Gladys Nava. “Más de uno se va a acordar de ella y se le va a dibujar una sonrisa al recordarla”, dice con emoción.
Además, reconoce la importancia de tener compañeras de camino. “Quiero nombrar a doña Gladys Rivera, mi gran compañera. Es mi mano derecha y mi pilar esencial en el día a día”.
El horizonte: seguir transformando el barrio
Aunque ya lleva siete años como presidenta, Dora no piensa detenerse. “Voy por dos años más”, afirma, con la vista puesta en nuevos desafíos: concretar el Polideportivo, una plaza para la familia y avanzar con el tan necesario asfaltado.
Madre de ocho hijos y orgullosa babu de sus nietos, Dora se emociona al mirar atrás. “Nunca imaginé llegar tan lejos. Lograr tantas cosas y poder decir: ¡Lo logré! Como mujer no ha sido fácil en un mundo muy machista. El camino fue complicado, pero le pusimos garra… y acá estamos, ganándonos el respeto”.