Detenerse para vivir: El valor de lo simple en un mundo acelerado

SOBRE-VIVIENDO Lo simple siempre va…

Vivimos en tiempos en los que deseamos que el día tenga 50 horas, pero no queremos que se detenga en momentos que ya no volverán. Y es que estamos tan mecanizados que nuestro día, nuestra vida, se divide en actividades por cumplir en lugar de momentos para disfrutar.

Es nuestra tarea intentar cambiar ese hábito. Cuando lo intentes, aparecerán excusas, creencias limitantes, bloqueos internos y mucho más. ¿Por qué? Porque así somos los humanos, y desde pequeños hay un sistema que nos atrapa casi sin darnos cuenta.

PONÉLO EN PRÁCTICA.

Hoy te invito a salir un poco de esa realidad. Tomate cinco minutos (para empezar), cerrá los ojos y respirá profundo. A medida que lo hagas, pensá en todo lo que querés agradecer, sobre todo lo más simple (que es lo más valioso): el lugar que habitás, el trabajo que tenés, las personas que te acompañan, el mate de la mañana, el agua calentita para darte un baño, el simple hecho de respirar…

Hay muchas cosas en esta realidad que no dependen de vos, pero ser feliz, valorar tu día a día y sentirte mejor es tu entera responsabilidad.

Que nada ni nadie te condicione.

Abrazo,

Jess.