11 de junio 2025, 19:24hs
Carmen Palomino
El reciente fallo de la Corte Suprema de Justicia que ordena la detención e inhabilitación política de por vida de Cristina Fernández de Kirchner marca un punto de quiebre en la política argentina. Más allá de su dimensión judicial, la decisión tiene implicancias profundas para el sistema político: representa el ocaso de una figura central en las últimas dos décadas y, con ello, la apertura de una nueva etapa, aún incierta.
La sentencia impacta de lleno en la dinámica interna del peronismo. Cristina pierde su principal herramienta de poder: la posibilidad de competir. A lo largo de su trayectoria, supo disciplinar a su espacio a través de candidaturas —incluso en derrotas formales— y operar como un dique de contención frente a cualquier intento de renovación. Hoy, ese límite se desmorona, liberando un terreno que puede tardar en reconfigurarse, pero que ya está en movimiento.
Reacciones políticas, indiferencia social
Mientras las reacciones del peronismo orgánico y los medios afines fueron inmediatas, la sociedad respondió con indiferencia. No hubo movilizaciones espontáneas, ni cacerolazos ni festejos. Las redes sociales, termómetro cotidiano de las emociones colectivas, también se mantuvieron contenidas. A la misma hora que se conocía el fallo, millones de argentinos estaban más pendientes del partido de la selección nacional que del destino judicial de la exmandataria.
Este contraste entre las minorías intensas y una mayoría silenciosa refleja una desconexión creciente entre la dirigencia política y la sociedad. Para una generación de menores de 30 años, Cristina Kirchner no es una protagonista del presente sino un personaje del pasado.
Consecuencias políticas: incertidumbre en el PJ bonaerense y alerta en el oficialismo
La sentencia también sacude el escenario electoral de la provincia de Buenos Aires. Cristina había anunciado su candidatura para la elección de legisladores locales, una jugada que ahora queda anulada. Esto obliga al peronismo bonaerense a reconfigurar su estrategia y pone en cuestión iniciativas como el desdoblamiento electoral que impulsaba Axel Kicillof. Paradójicamente, la defensa de Cristina podría convertirse en el único eje ordenador de un PJ fragmentado.
Para el gobierno de Javier Milei, el fallo no es necesariamente una buena noticia. Cristina Kirchner funcionaba como el adversario perfecto: permitía una polarización funcional y mantenía estancada la renovación del peronismo. Sin ella, el tablero político podría reconfigurarse hacia esquemas más transversales y de gestión, rompiendo con los clivajes ideológicos tradicionales.
El final de una era
En un mismo mes, los dos grandes referentes de las últimas dos décadas —Cristina Kirchner y Mauricio Macri— han recibido golpes duros a su centralidad política. En simultáneo, La Libertad Avanza gana peso en un sistema que ya no opera con las reglas del 2003. La transición ya comenzó: el sistema político argentino, tal como lo conocimos, está siendo desmontado.
No habrá épica ni regreso triunfal. Cuando la detención de Cristina se torne rutina, su poder simbólico se irá diluyendo. El ciclo que se abre podría habilitar la consolidación de nuevas figuras y alianzas, particularmente si las fuerzas de centro logran articularse con inteligencia y lectura de época.
La historia no se repite, pero sí se transforma. Y en Argentina, esa transformación ya está en marcha.