23 de junio 2025, 15:31hs
Carmen Palomino
Hincha fanático de River, viajero incansable detrás de una pelota y con el corazón puesto en cada partido, Nico Mulet en exclusiva para Brok Studio, nos cuenta que vive el fútbol como una forma de estar en el mundo. Su historia como periodista en Comodoro Rivadavia está marcada por una pasión que lo llevó de las canchas barriales a entrevistas con ídolos, y de la radio al mural del Diego en una plaza.
“Soy un enfermo del fútbol”, dice sin vueltas, y la frase resume su manera de vivir. Para Nico, el deporte no es solo una profesión o una distracción: es el pulso que marca sus días. Muchas veces va a la cancha solo para disfrutar. Se crió mirándolo en la tele, hoy lo cuenta en medios locales y, cuando puede, se sube a un avión para poder verlo en vivo: “Viajo a ver a River, o a la Selección. A veces voy por laburo, otras por placer. Si tengo plata, me mando. Es un montón lo que el fútbol representa en mi vida, casi todo, te diría”.
Desde chico supo que quería contar historias, y eligió el camino del periodismo deportivo. Se formó en Córdoba, en el Instituto Mariano Moreno, y volvió a su ciudad para empezar desde abajo. Primero fue un diario digital, luego la radio y una red de vínculos que fue creciendo con cada cobertura. “En ese primer medio me dieron libertad total. Hacía de todo, y así fui sumando experiencia, conociendo gente. Empecé a volver a la vida”.
Pero hay otro terreno que Nico pisa fuerte: el barrio 13 de Diciembre, donde, aunque no nació, le dejó huella. “Con amigos gestionamos varias cosas para el mejoramiento de la plaza de los Pioneros. Yo me juntaba ahí. Armamos movidas, pintamos un mural de Maradona, que es muy conocido e hicimos actividades para los chicos. Hoy estoy un poco más alejado, pero cada tanto vuelvo a meterme”.
El mural, pintado por Cristian English, fue una obra colectiva y un homenaje sentido. “Lo hicimos con amigos. Juntamos plata, lo inauguramos. El Diego es el Diego. Su muerte me dolió muchísimo. Aunque soy de River, Maradona va más allá de todo. Es algo que no se puede explicar, que te atraviesa”.
Cada octubre, para el aniversario del nacimiento de Diego, organizan una jornada infantil. “Es hermoso: regalamos pelotas, golosinas, comemos choripanes. Todo lo que moviliza ese día vale la pena, aunque cueste con la crisis. Ya vamos por la quinta edición”.
Como periodista, Nico se guarda momentos que todavía le aceleran el corazón: “Tuve la oportunidad de entrevistar a Enzo Francescoli, y a gente que admiraba de chico. Me tocó también cubrir ascensos de equipos locales, como La CAI, Nnewbery, charlar con figuras que veía en la tele. Ahí hay que mantener la calma, pero no siempre es fácil, porque la emoción te gana”.
Nico conoce de cerca el poder del deporte como herramienta de cambio. “Es salud, es educación, es respeto. Te hace mejor persona. Para mí, es fundamental en la transformación social”.
Su mayor anhelo como periodista también está ligado a sus raíces: “Me encantaría ver a un equipo de Comodoro en primera, o por qué no, a dos. Esta ciudad necesita un equipo que la represente a nivel nacional”.
Nico Mulet no es solo alguien que habla de futbol. Es quien siembra comunidad, apuesta al deporte como proyecto colectivo y sigue creyendo —como el pibe de la plaza— que todo es posible con una pelota y un poco de organización.
En tiempos donde el periodismo deportivo muchas veces se confunde con espectáculo vacío, Nico Mulet se planta con autenticidad y compromiso. Su historia no es solo la de un periodista que ama el fútbol, sino la de un vecino que transforma su pasión en acciones concretas, que vuelve al barrio con una pelota bajo el brazo y una idea de futuro en la cabeza.
“Todo lleva su trabajo y su tiempo, pero es lindo ver a los chicos, profesores y familia disfrutar. Aunque pueda ser difícil, es seguir ese camino. Esperando concretar muchos más proyectos como barrio”, comenta, con la misma convicción con la que relata un gol o pinta una pared para homenajear a su ídolo.
Para Nico, el fútbol no termina cuando suena el silbato: sigue en cada mural, en cada cancha de tierra, en cada jornada compartida. Y si hay algo que demuestra en cada paso, es que cuando se vive con entrega, el deporte no solo se comunica: se construye.