31 de mayo 2025, 16:06hs
Mudarse nunca es fácil. Menos aún cuando uno deja atrás su ciudad natal, su historia, sus afectos. Pero para este comodorense, ese cambio significó también el comienzo de una nueva etapa creativa, desafiante y profundamente personal. Músico de formación y artista desde siempre, encontró en el stand up una herramienta para seguir sobre el escenario… y sanar.
“Todo cambio implica una revolución y este no fue la excepción”, confiesa sobre el salto de Comodoro Rivadavia a Puerto Madryn, donde vive actualmente. “Dejar atrás mi ciudad natal y venir con mi familia es un proceso que aún sigue transitándose. Encaramos este desafío por cuestiones laborales. Todavía estoy muy conectado con Comodoro en cuestiones artísticas y familiares. Este es un desafío de los grandes, y sobre todo a esta edad en la que muchos no se animarían”.
El stand up llegó a su vida casi como un salvavidas. “Siempre fui una persona vinculada con el arte, desde muy chico. Soy músico también y, después de darle una pausa a mi carrera musical, necesité seguir sobre los escenarios casi de manera terapéutica”, cuenta. Fue entonces cuando descubrió una nueva forma de expresión: el humor. “Encontré en el stand up una manera auténtica de vincularme con el arte desde otro lado. Mi personalidad y mi experiencia con la música me permitieron transitar esta nueva forma de manera más natural”.
Cuando habla del humor patagónico, evita los estereotipos. “El humor es. Y hay mil maneras de encararlo”, dice. “Creo que es cuestión de conocer dónde están los límites. Y si no, estar dispuesto a pasarlos haciéndose cargo de las consecuencias que puede traer. El patagónico, el porteño… todos necesitamos reír. Reír hace bien. Pero reír bien es más sanador”.
En sus monólogos, evita lo político o lo que no le resulta familiar. Prefiere conectar desde la experiencia propia. “Mis monólogos se nutren de experiencias cotidianas, que son más fáciles de que el público las reconozca como propias. No tengo la formación ni la capacidad de análisis para entrar en terrenos como la política o algunas cuestiones sociales. Para mí el humor tiene que estar vinculado con lo que podemos manejar sin ser un cassette que repite sin argumentos”.
También reflexiona sobre los tiempos actuales y la sensibilidad social que atraviesa a muchos espacios: “Hoy hay que tener algunos cuidados que antes no. Y aceptar y entender esto es parte de la evolución de la sociedad. El humor no puede causar dolor o malestar. El humor es otra cosa”.
En esta nueva etapa artística, comparte escenario con Diego Núñez De La Rosa, referente del stand up en Puerto Madryn. Juntos presentan “Bah… no es para tanto”, un espectáculo que ya tiene fechas en Trelew, Comodoro, Madryn y Río Negro. “Nos encontramos sin querer y descubrimos que tenemos muchas cosas en común, sobre todo en cómo vemos y transitamos el humor. Queremos llevar nuestro arte a todo lugar posible”.
Con los pies en el sur y la mirada puesta en el escenario, este artista patagónico sigue apostando a lo más humano del arte: hacer reír para sanar, y sanar riendo.