13 de mayo 2025, 18:28hs
Carmen Palomino
Mujica fue mucho más que un mandatario. Fue un ejemplo de coherencia, humanidad y compromiso social. Exguerrillero tupamaro, pasó casi 15 años en prisión durante la dictadura uruguaya. Al recuperar la libertad en 1985, optó por el camino democrático y se convirtió en diputado, senador, ministro y, finalmente, presidente de Uruguay entre 2010 y 2015.
Durante su mandato, impulsó transformaciones históricas: legalizó el aborto, el matrimonio igualitario y reguló el consumo de marihuana, ubicando a Uruguay en el centro de la vanguardia social del continente. Su visión política, siempre centrada en la equidad y los derechos humanos, dejó una marca indeleble en la región.
Mundialmente admirado por su estilo de vida sencillo y su autenticidad, Mujica rechazó privilegios. No vivió en la residencia presidencial, donó gran parte de su sueldo y nunca dejó la chacra que compartía con su esposa, la exvicepresidenta Lucía Topolansky. Su discurso directo, sus enseñanzas filosóficas y su manera de vivir lo convirtieron en un referente moral más allá de las fronteras de Uruguay.
Desde todas partes del mundo llegaron mensajes de despedida. El actual presidente uruguayo, Yamandú Orsi, lo definió como “presidente, activista, guía y líder”. Luis Arce y Evo Morales, desde Bolivia, destacaron su incansable lucha por la justicia social. En Colombia, Gustavo Petro lo recordó como un revolucionario admirable.
Pepe Mujica se va dejando un legado profundo: el de un hombre que predicó con el ejemplo, que eligió siempre del lado de los más humildes y que soñó con un mundo más justo. Su figura seguirá siendo fuente de inspiración para quienes creen que la política puede y debe estar al servicio de la gente.
Su voz, su sabiduría y su ejemplo vivirán por siempre en la memoria colectiva de América Latina.